So we are very excited when we see that inspiration take hold and produce fruit from the loins of bikesexuals. Especially when it sprouts in unexpected places and forms. Like an erotic short story about a Bike Smut alley cat ride, as recounted in the comments section of a Madrid alternative newspaper. Because it is indeed the sexiest writing about an alleycat race that we have ever encountered, we give you the "Chronicle of a Bitch on Wheels," in the original Spanish. An awkward but still inspiring Google translation can be found here.
Crónica de una perra sobre ruedas
Por @SUPONEPÉREZ
Una tórrida tarde de asfalto en Madrid. Es sábado. Dejo la ropa mojada en la lavadora y salgo en bici. Me dirijo a una gymkana sobre ruedas en el marco del Bike Porn Fest. Temor y expectación en las venas. Yo seré perra, pero las que organizan ni te cuento.
Seis pruebas en seis puntos calientes de la urbe. “Lo importante en esta competición erótica festiva no es la velocidad sino la creatividad y el guarreo”. Perfecto, hoy no me apetecen polvos rápidos, prefiero remolonear en mi sillín.
Pistoletazo de salida. Nuestras bicis cruzadas sobre la calle estrecha y pelada de aceras cortan el tráfico. Las montamos y escapamos en parejas a tomar la ciudad con nuestros cuerpos y nuestras bicis.
Prueba uno en la Catedral de la Almudena: foto erótica con tu pareja. Bendita sea, sólo se me ocurren obscenidades pensando en bodorrios.
Prueba dos, en una tienda de bicis. Una de las organizadoras, maquinilla de afeitar en mano, nos ordena: “Elegid un lugar de vuestro cuerpo, él ya lo ha hecho”. Él, que trabaja en la tienda, sólo viste un delantal que le cubre por delante; se da la vuelta y decido pelarme como él.
Prueba tres en el Retiro. Me atan a mi pareja con una cadena de bici grasienta, bien apretada, y tiran el tronchacadenas al lado de una colmena de familias. Me siento como una perra atada en busca de su hueso mientras me azotan con un látigo made in el taller de juguetes eróticos del festival. Al principio duele, después escuece, luego me gusta.
Prueba cuatro, en el Corte Inglés. Gasa, satén, tafetán, el vestuario es una fiesta de vestidos caros y horteras. Mi proceso de conversión en perra se agudiza a la velocidad del flash. El book nos lleva tanto tiempo que no llegamos a la quinta prueba, en la sede del PP. Imagínesela. Tampoco llegamos a la del masaje en el Templo de Debod; me quedo sin mi plato de caricias.
Evidentemente, no gano el collar de perra de la competición, pero me siento sexy, tengo el culo duro y siento que la calle y la noche también son mías.
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